UNAD publica una guía para combatir el estigma hacia las personas con adicciones
UNAD, la Red de Atención a las Adicciones, ha publicado este martes la 'Guía sobre el Estigma en el Consumo de Drogas' con el objetivo de sensibilizar a los equipos profesionales, personas voluntarias y la sociedad en general sobre cómo el estigma afecta negativamente a las personas que consumen drogas, perpetuando prejuicios y dificultando su acceso a servicios y apoyo. Este documento busca desarrollar estrategias para ofrecer una atención más respetuosa y equitativa, facilitando la inclusión social y el acceso a tratamientos efectivos.
El documento, financiado a través del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, se basa en la evidencia científica para desmitificar conceptos erróneos y para que la sociedad comprenda la complejidad de las adicciones y evitar así culpar a las propias personas que consumen. Para ello, se realiza una contextualización de los problemas relacionados con las drogas considerando factores sociales, económicos y de salud que empujan a las propias personas a consumir de una manera problemática. De esta manera, se quiere huir de la criminalización que existe actualmente hacia este grupo de la población.
En este sentido, la guía explica que las personas que usan drogas son a menudo percibidas como irresponsables, peligrosas, y fracasadas, lo que refuerza y justifica su discriminación y dificulta su miedo y vergüenza a pedir ayuda si lo necesitan. Además, esto tiene un impacto en su autoestima ya que la visión nociva se puede internalizar y creer que se merecen ese trato discriminatorio.
Así, la guía hace una serie de recomendaciones para evitar esta estigmatización y abordar las adicciones desde el punto de vida de los derechos humanos, reconociendo la dignidad y el valor de las personas que tienen problemas de adicciones.
IMPORTANCIA DEL LENGUAJE
En primer lugar, destaca la importancia de utilizar un lenguaje respetuoso y no estigmatizante y aboga por dejar de usar términos como 'yonkie' o 'zombie'.
Por otro lado, recoge la necesidad de adoptar un enfoque interseccional que reconozca que las personas que consumen drogas, a menudo, enfrentan múltiples formas de opresión, como la pobreza, el racismo o el sexismo. Además, defiende las estrategias de reducción de daños para mitigar las consecuencias negativas del consumo de drogas sin imponer juicios morales. Estas incluyen el acceso a recursos higiénicos, espacios de consumo supervisados y programas de información libre de prejuicios, que deben entenderse como una forma de intervención continua a lo largo del ciclo de vida.
Asimismo, la guía hace referencia a que es fundamental adquirir una profesionalidad consciente y crítica para que las personas que consumen drogas participen activamente en el diseño, implementación y evaluación de los programas y servicios que les afectan, asegurando que se escuchen sus voces.
Por último, subraya la importancia de construir una comunidad y generar espacios seguros, que permitan encuentros de reconocimiento mutuo, donde puedan compartirse experiencias y conocimientos entre las propias personas, profesionales, y otros agentes implicados. Estas estrategias no solo reducen el estigma, sino que también fomentan una comprensión más profunda del uso de drogas y de las personas que las consumen y promueven un ambiente de seguridad, solidaridad y apoyo mutuo para el conjunto de la sociedad.
Texto completo en: unad.org