Energy Control: Observatorio de consumos, riesgos y cuidados. Informe Técnico
El Observatorio Energy Control sobre consumos, riesgos y cuidados (OEC2024) ha publicado su informe anual, revelando datos clave sobre los patrones de consumo de sustancias en contextos de ocio, los riesgos asociados y las estrategias de reducción de daños. El estudio, basado en metodologías cuantitativas y cualitativas, permite comprender mejor la realidad del consumo recreativo de drogas en España y desarrollar medidas efectivas para minimizar sus consecuencias negativas.
Entre el 9 de octubre y el 18 de noviembre de 2024, se recopilaron 2.206 participaciones en la encuesta, de las cuales 794 fueron válidas. La muestra final estuvo compuesta por 443 hombres (55,8 %; edad media de 31,8 años), 315 mujeres (39,7 %; edad media de 29,3 años), 33 personas no binarias (4,2 %; edad media de 30,4 años) y 3 personas que se identificaron con otra identidad (0,4 %). La mayoría de los participantes provenía de comunidades donde Energy Control tiene presencia territorial, y casi el 80 % no había participado en ediciones anteriores del Observatorio, lo que indica una renovación en la muestra.
Además de la encuesta, se realizaron grupos focales en Barcelona y Madrid, con la participación de un total de ocho personas. A su vez, se llevaron a cabo 32 entrevistas semiestructuradas en ciudades donde Energy Control tiene sede: Madrid (10 personas), Barcelona (10), Palma (6) y Sevilla (6), permitiendo un análisis más profundo de las experiencias y percepciones sobre el consumo de sustancias.
El informe destaca que el alcohol sigue siendo la sustancia más consumida en el último año (81,7 %), seguido por la MDMA (78,5 %), el cannabis (65 %) y las bebidas energéticas (53 %). También se observó un uso significativo de cocaína, anfetaminas, poppers y ketamina. Los poppers parecen haberse consolidado como una droga recreativa común, superando en consumo a otros inhalantes como el óxido nitroso o el cloretilo. Por otro lado, las bebidas energéticas han adquirido una relevancia particular, lo que plantea interrogantes sobre su papel en el policonsumo y sus efectos cuando se combinan con otras sustancias.
Un dato a destacar es la alta prevalencia del consumo de benzodiacepinas sin receta, especialmente entre los hombres y el grupo de 18 a 34 años. La incidencia de este consumo supera con creces la registrada en estudios poblacionales previos sobre drogas en España, lo que refuerza la necesidad de mayor investigación y prevención.
El estudio también analiza en profundidad el consumo de MDMA y speed. La MDMA es consumida con mayor frecuencia por los hombres (81,0 %) que por las mujeres (74,9 %), con una edad media de inicio de 25,7 años. La motivación principal para su uso es social, centrada en el disfrute y la expansión sensorial, mientras que el consumo por afrontamiento emocional es menos común. En cuanto al speed, la sustancia también mantiene una presencia significativa en los espacios de ocio, con un patrón de consumo similar al de la MDMA.
Por otro lado, el policonsumo es una práctica extendida entre las personas encuestadas, con un 87,1 % afirmando que ha realizado esta práctica en algún momento. En promedio, se consumen tres sustancias diferentes en una misma ocasión, sin diferencias significativas entre hombres y mujeres o entre distintos grupos de edad. Esta tendencia refuerza la necesidad de medidas de reducción de riesgos que se enfoquen no solo en sustancias individuales, sino en sus combinaciones y efectos cruzados.
Las estrategias de autocuidado antes, durante y después del consumo son diversas, pero su aplicación sigue siendo irregular. Algunas personas planifican sus dosis y descansan antes de consumir, mientras que otras intentan mantenerse hidratadas y hacer pausas durante la fiesta. Sin embargo, el cuidado post-fiesta sigue siendo deficiente, con pocas encuestadas implementando medidas adecuadas de recuperación como descanso, alimentación e hidratación. Además, las mujeres reportan con mayor frecuencia haber enfrentado situaciones de violencia en los espacios de ocio, lo que influye en sus estrategias de protección y en la forma en que gestionan su consumo.
El informe también aborda los riesgos auditivos asociados a la exposición prolongada a música a alto volumen en discotecas, festivales y raves. A pesar de que muchas encuestadas han experimentado síntomas como tinnitus o dificultad para escuchar tras asistir a eventos musicales, el uso de tapones sigue siendo bajo. Solo el 29,6 % de las participantes en la encuesta afirmó utilizarlos, siendo la razón principal para no hacerlo la falta de consideración sobre su necesidad.
Otro hallazgo es que un tercio de las encuestadas evitó o evitaría acudir a los servicios sanitarios en eventos de música electrónica, incluso en situaciones de emergencia. El miedo a repercusiones legales o sociales es una de las razones principales para esta decisión, lo que resalta la importancia de implementar dispositivos de atención sanitaria accesibles y libres de estigmatización.
Este informe deja en evidencia la complejidad del consumo de sustancias en el ocio nocturno y la necesidad de adaptar las estrategias de reducción de riesgos a las nuevas tendencias y perfiles de consumo. El policonsumo recreativo se ha convertido en una práctica habitual, lo que exige enfoques más integrales en prevención e información. También es necesario abordar las diferencias de género en el acceso a información y estrategias de cuidado, así como mejorar la formación de las y los profesionales de salud para ofrecer una atención sin prejuicios a las personas consumidoras.
Fuente: lasdrogas.info